Esta pregunta lleva a pensar directamente en el equipamiento necesario y en lo que deberíamos cargar en materia de ropa, calzado y cuidado personal para que el viaje sea el ideal, pero el planteo va más allá de esto. Tiene que ver, incluso, con la elección del destino, la duración, la compañía, la aerolínea y lo que hagamos previamente al vuelo, entre muchos otros aspectos que hacen a una mejor experiencia de viaje. La vestimenta importa, sí, pero en la medida en que sea funcional a todo esto, por lo que es muy probable que después de haber analizado a fondo otras variantes, qué llevar caiga por su propio peso.
Hace unos día, una amiga volvió de sus vacaciones familiares en Londres. Lo tenía planificado desde hacía meses y la ilusión era enorme. Hacía muchos años que no visitaba Europa y no conocía ese país. Pero volvió frustrada y los últimos días ya no veía las horas de pegar la vuelta. Me contó que el frío era insoportable, que no había manera de abrigarse más. Además, llovió todos los días. Habían planificado visitar varios pueblos también de Escocia e Irlanda, y los departamentos que alquilaron para quedarse estaban en el centro de las zonas históricas, súper pintorescos, pero todo el trayecto desde el auto se hacía a pie cargando las valijas porque el terreno era muy empedrado, y como era invierno habían llevado tanta ropa que estas eran enormes y pesadas. Finalmente, todos se resfriaron y estaban cada día más agotados de caminar bajo el agua para ver iglesias heladas. En fin, el clima no los había acompañado, pero quizás tampoco habían hecho una buena planificación desde el momento de elegir destino.
Cuando tomo vacaciones, lo primero que pienso es la estación del año que estará haciendo en ese momento en el lugar que me gustaría visitar. Lo entendí claramente cuando fui a Turks & Caicos en febrero: es el mar más celeste que vi en mi vida, pero estaba helado y había muchísimo viento en la playa. Nunca pude meterme y al caminar te azotaba la arena. Nueva York me encanta, pero en enero y en julio es muy difícil por los extremos climáticos, lo mismo que Madrid para esa misma época. Y al ser ciudades para caminar y recorrer, hacerlo con 40 grados de calor o con -10, es insufrible. Por eso siempre busco ciudades en los que el clima vaya a ser de media estación y destinos con mar en los que aún haga calor, pero que no estén en plena temporada alta de verano. Ibiza es un gran lugar para relajarse en septiembre y disfrutar de aguas cristalinas y cálidas, pero agosto es asfixiante por la cantidad de gente que copa la isla. Soy de la idea que no todos los viajes deben durar lo mismo, porque justamente no es lo mismo estar tres semanas en Italia en plena ola polar visitando pueblitos de piedra, que tres semanas en verano recorriendo la Costa Amalfitana.
La gastronomía es otro aspecto interesante para analizar al momento de elegir un destino al que queremos disfrutar. Desde hace tiempo, cada año hago un viaje de un mes a China y no comer carnes rojas me ayudó mucho, sobre todo en los primeros viajes, a adaptarme a los platos asiáticos. Tengo amigos y familiares que no pueden vivir sin comer carne de vaca a diario o que no comen pescado, y esto en China, especialmente en las ciudades menos turísticas y que tanto vale la pena conocer, es un problema porque la carne roja es muy costosa y no se consigue con la misma facilidad que en Argentina. Para mí, poder disfrutar de la comida es parte fundamental de todo viaje, o al menos que este tema no sea un problema. He visto gente vivir a tostadas con manteca y mermelada durante semanas por no poder ni siquiera pensar más allá de las milanesas, el asado o una hamburguesa occidental.
Con quién viajar a tal o cual destino es también clave para poder disfrutar a pleno de la experiencia. Tener una charla previa sincera sobre los gustos de cada uno es fundamental, ante todo con la edad. En los viajes, como en las bodas, salta la verdad y podemos desconocernos con las personas que más queremos, lo que transforma a todo viaje de placer en una pesadilla.
La aerolínea es clave al momento de elegir un destino. Las low cost en Europa funcionan con mucha puntualidad, mientras que en Argentina no. Un viaje soñado a Mendoza puede fracasar antes de haber embarcado por la cancelación del vuelo a último momento. Una sobrina se perdió el concierto de Taylor Swift porque su avión nunca salió de Córdoba y no llegó ni siquiera a poder tomar un colectivo. También elijo los vuelos nocturnos y que hagan la menor cantidad de escalas posibles, que sean directos, especialmente cuando viajo por trabajo. Este año descubrí, por ejemplo, que para ir desde Buenos Aires a Iquique hay que pasar por Santiago de Chile y el viaje en total dura unas 8 horas. La espera de 3 horas entre vuelos a las 2 de la mañana fue agotadora y debía llegar súper fresca.
Considero que viajar descansado es muy importante, ante todo cuando el viaje será largo o muy lejos y, por ende, el jet lag será más agresivo, como pasa cuando voy a Asia. Incluso hay veces que opto por hacer una parada de una semana en algún país de Europa para ir aclimatando el cuerpo. El día del vuelo entreno temprano por la mañana, como liviano y evito tener que armar la valija ese día. Me gusta tenerla lista desde el día anterior. También evito tomar pastillas para dormir durante el vuelo aunque tenga un trayecto de 27 horas; forzar el cuerpo a dormir a mí no me resulta porque llego desorientada y doblemente cansada.
Viajar sin dudas es una experiencia muy personal, pero sí creo que podemos repensar varios hábitos y decisiones pre viaje que hacen la diferencia.
Martina Delacroix, co fundadora de Ligero / 20 de marzo de 2025 / 5 minutos de lectura / Viajes, Equipamiento